viernes, 20 de noviembre de 2009

Un gran obstáculo en el aprendizaje de los expertos

El profesor de Harvard Business, Chris Argyris, nos presenta una visión interesante acerca de un significativo obstáculo en los directivos a la hora de aprender. Lo que sucede es que suelen ser personas que por lo general han sido exitosos en todo, y no están acostumbrados a fracasar. Entonces, cuando el fracaso se presenta, tienden a negarlo o a echarle la culpa a otras personas, pero siempre se lavan las manos. Esto es, se aferran a un razonamiento defensivo acerca de su comportamiento y el de los demás. El problema sería, según Argyris, que justo cuando más necesitan aprender, no lo hacen.


Además, ni siquiera son conscientes de esta problemática. Los expertos piensan que la gente aprende simplemente cuando está motivada. Por lo tanto, el esfuerzo se centra en motivar a los empleados. Pero si bien saber cómo se sienten las personas es importante, Argyris propone algo fundamental; desarrollar la capacidad para aprender a razonar productivamente, pudiendo evaluar el propio comportamiento.


Para ejemplificar esto, Argyris nos ofrece una analogía sencilla, mediante el aprendizaje de bucle simple y bucle doble. El primero, sería el termostato que se activa automáticamente en una temperatura inferior a 20 grados. El segundo, es aquel que se cuestiona porqué el límite debe estar en 20 grados, o si podría haber otra alternativa más económica para lograr el objetivo de calentar la habitación.


Por lo tanto, las personas pueden estar muy motivadas a cambiar su entorno organizacional, pero primero van a tener que mirar dentro de sí mismos. Esta mirada de Argyris se aproxima a la visión de Stephen Covey y a la de Daniel Goleman; hay que empezar por uno mismo a hacer cambios, a pesar de que veamos el problema en el afuera. De lo contrario, sólo se estaría logrando un simple cambio pasajero.


El último fín es que todos los miembros de la organización aprendan a razonar productivamente. Por esto, Argyris explica la importancia de cuestionar a su vez el modo de razonar de otras personas, ya que esto lejos de ser un signo de desconfianza, implica una valiosa oportunidad de aprendizaje.

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